SEVILLA EN LA ESPAÑA DE LOS SIGLOS XVI Y XVII
Grabado anónimo del siglo XVIII |
El descubrimiento de América
en 1492 supuso para Sevilla un gran desarrollo a todos los niveles, debido a su
transformación en sede comercial y capital del intercambio mercantil entre
España y el Nuevo Mundo.
Gracias al río Guadalquivir,
navegable a lo largo de 100 Kms., la seguridad que brindaba su recorrido, así
como las buenas comunicaciones por tierra que ofrecía la ciudad hispalense, el
Puerto de Sevilla fue designado como única cabecera de la ruta mercantil con
América, obteniendo el monopolio de este comercio, que duró hasta 1717.
“Detalle
de un plano de Sevilla de 1771 mandado a realizar por el asistente de la
ciudad, Pablo de Olavide, en el que se muestra el entorno urbano de
donde estuvo la Casa de la Contratación.”
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Con el fin de organizar
esta actividad comercial, Isabel la Católica creó la
Casa de Contratación de las Indias, dentro de las dependencias de los
Reales Alcázares de Sevilla. Esta institución tenía entre sus funciones, las
siguientes: El fomento y regulación del comercio con las Indias, la elaboración
de mapas de los territorios descubiertos, la formación de los tripulantes y
oficiales marinos, autorizar la emigración hacia las Indias y el ejercicio
judicial relacionado con el comercio mercantil.
Además de la Casa de Contratación, se
crearon otros organismos como el Consulado
de Indias que se instituyó como asociación gremial en defensa de los
intereses de los beneficiarios del monopolio comercial, frente a los propios
intereses de la Corona; La Lonja de Mercaderes, sede de reunión de los
mercaderes para cerrar tratos, saldar deudas o resolver conflictos; y, por último
la Universidad de
Mareantes, organización del gremio de marinos, para la protección, tanto de
los dueños de los navíos, como de los pilotos y los maestres, y para la
participación en la toma de decisiones respecto a los buques que debían
conformar las flotas.
FLOTA |
La Flota
de Indias, base del motor económico de la España de los siglos XVI y XVII, proporcionaban
al país distintos tipos de mercancías, entre ellas: gemas, cueros, azúcar,
cacao, y, sobre todo, grandes cantidades de oro y plata. De ahí la importancia
de otra institución clave en esta época, La Real Casa de la Moneda de Sevilla,
en cuyas fundiciones se transformaban estos metales preciosos en monedas de
curso legal (doblones) que servían para financiar los gastos del reino.
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